jueves, 23 de octubre de 2008

Calidad en la Atención de la salud

Calidad en Salud.
Políticas, planes, programas son pobres cosas cuando no mejoran la calidad de vida de la personas. Dr. Lucio Caputo

En el mundo actual, calidad ha dejado de tener valor competitivo para convertirse en una commodity, puesto que ningún producto, ningún servicio podría carecer de la calidad esperada. En nuestro país estamos lejos de ese ideal, pese a la aparente simpleza de los fundamentos de la calidad: la mejora continua, centrarse en las personas, participación, el trabajo en equipo, la responsabilidad social.
Con criterio econometrista, suele verse al sistema de salud como un proceso industrial en cuanto a eficiencia, el control del gasto, productividad y se exige a sus trabajadores conductas asociadas al taylorismo. Ya Donabedian distingue entre el modelo de atención de la salud y el modelo industrial, enfatizando en que la atención de la salud difiere en forma sustantiva del industrial por la obligación de incluir, dentro de la definición de calidad, un conjunto complejo de responsabilidades hacia los individuos, hacia la sociedad y hacia la búsqueda de un equilibrio adecuado entre costos y calidad.
Frederick Reichheld escribe en The Loyalty Effect: la productividad de una empresa de servicios, su éxito y la lealtad de sus clientes (la aceptabilidad en el caso de la atención de la salud) depende de la dupla empleado-cliente, la clave para el incremento de la productividad y la calidad depende de su habilidad para retener al personal, capacitarlo, promover su motivación, su participación y apoyarlo en su progreso personal. Porque los valores, conocimientos y experiencias no están en las máquinas o en los procesos, sino en las mentes de sus empleados.
Es que finalmente tener calidad exige personas alineadas con esas responsabilidades, por lo que resulta imperioso que en los hechos y no en las meras enunciaciones se acepte su importancia, a través de políticas de gestión que las reconozca como su principal activo, promoviendo un mejor nivel de calidad ocupacional, porque así se logra su participación proactiva. Si los individuos no son valorados ni respetados, no contribuyen al progreso de la organización. Por lo que los trabajadores, sin distinción de categorías, deben ser considerados como sujetos y no simples objetos medidos por su valor económico.